El Cordobazo es, sin duda, uno de los acontecimientos históricos más significativos y trascendentes en la historia cordobesa del siglo XX. Su importancia trascendió los límites de la ciudad que vivió estas jornadas populares del 29 y 30 de mayo de 1969, y se proyectó hacia el resto del país. Según sea la ideología que lo juzgue, será el primer intento serio y grande de lucha subversiva urbana en nuestro país, o bien una explosión popular fruto de una serie de torpezas y actitudes de los gobiernos de Onganía y Caballero.
Desde los altos puestos de gobierno el juicio fue lapidario: se trataba nada más ni nada menos de un maquiavélico juego de intereses extranjeros que sistemáticamente habían abierto el juego en Corrientes, Rosario, Tucumán y Córdoba. Esta explicación de una estrategia mundial suele ser la que usan las dictaduras de izquierda o derecha para justificar toda la serie de torpezas y atropellos que desembocan en reacciones populares incontrolables como fue el Cordobazo . Desde el general Onganía en sus discursos de la época, desde los militares involucrados en la represión en la que se echó mano a leyes que ponían a los ciudadanos bajo jurisdicción de tribunales especiales yendo directamente a violar claras disposiciones constitucionales, hasta el ministro del interior que lo dijo claramente: «podría tratarse de elementos cubanos o pro-castristas centroamericanos los francotiradores que están actuando en Córdoba»
En la segunda quincena de ese mayo del 69 que terminaría en el Cordobazo una serie de actos organizados por los obreros y estudiantes, huelgas y demás marcarán un vertiginoso ascenso de la columna mercurial y la tensión social. El clima de descontento se expresa en el paro del 16 organizado por ambas CGT. Miguel Correa, secretario de la CGT de los Argentinos en esa época al reseñar el paro «destaco la unanimidad de la adhesión de los trabajadores y la disciplina con que se cumplió la medida de fuerza, agregó que las adhesiones habían superado los cálculos más optimistas».
Agustín Tosco reseñaría brevemente este pizzicato de la violencia: «El día 21, se concreta un paro general de estudiantes. Una serie de comunicados del movimiento obrero lo apoyan. El 22 de mayo, los estudiantes de la Universidad Católica se declaran en estado de asamblea y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil.
El 23 de mayo, es ocupado el barrio Clínicas por los estudiantes. Es gravemente herido el estudiante Héctor Crusta de un balazo por la policía. Se produce fogatas y choques. La policía es contundente, y los choques se hacen cada vez más graves.
El 25 de mayo, hablo en la Universidad Católica de Córdoba y hago una severa crítica y condena a los sangrientos atropellos de la policía y de los arbitrarios procedimientos del Consejo de Guerra en Rosario.
El día 26 de mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 36 horas a partir a partir de las 11 horas del 29 de mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT. Todo se prepara para el gran paro.»… «Según Tosco, muchas veces se habló del espontaneísmo del Cordobazo. Nosotros decimos que no hubo espontaneísmo, salvo lo que rodeó a lo esencial, a lo organizado, a lo programado del Cordobazo».
Hubo espontaneidad en la adhesión de la gente, en la militancia de la gente, en la solidaridad de la gente con los obreros y los estudiantes que lucharon.»…
Así describe Tosco, escuetamente, lo que ocurrió y como fue el Cordobazo: «El día 29 de mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora el gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central, pretende organizar un acto a la altura de la La Rioja y Gral. Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta».
Mientras tanto, la columna de trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad. Son todas atacadas y se intenta dispersarlas. El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinos, contra los atropellos. La policía retrocede; nadie controla la situación. Es el Pueblo, son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan, el apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios…» «El saldo de la batalla de Córdoba, es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos (Tosco hablaría de 34 muertos y cerca de 500 heridos). Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.»
Y resumiría Tosco en lenguaje casi místico: «En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre nuestras espaldas. Años de prisión se convierten en poco menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró nuestro pueblo, especialmente Córdoba y que nos rescata de las lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano».
Extraído del libro «El Cordobazo, un grito de libertad»
Miguel Bravo Tedín & Gonzalo Sarria