Julio V. González

Nació en Buenos Aires en 1899 y aceptó tempranamente la responsabilidad abrumadora de su linaje intelectual.
Participó del movimiento de Reforma Universitaria desde sus comienzos. En 1918 participa en córdoba como representante de la federación Universitaria de La Plata y secretario del primer Congreso Nacional de estudiantes que sentó las bases doctrinales de la reforma. En 1919 se convierte en el presidente más joven de la FUA. En 1923 al 25 y desde 1929 a 1930 es consejero estudiantil en la facultad de Derecho de Buenos Aires, se suma allí al equipo reformista que desde sus sillones en minoría hizo el proceso ilevantable de la camarilla oligárquica que dirigía como cosa propia la casa de estudios.

El 14 de diciembre de 1929, a solicitud de los estudiantes que habían tomado la Facultad, aceptó el decanato “revolucionario” de la misma. 1930 lo reporta como “agitador reformista”, título que lució con su mayor orgullo. En 1945 fue propuesto en terna para presidir la Universidad Nacional de La Plata, ejerció con dignidad su profesión de abogado y la docencia superior.
En 1940 fue electo diputado nacional por el Partido Socialista, y en su breve mandato demostró como las cualidades parlamentarias que había perfeccionado en el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho, enriquecidas por su acelerada madurez, le servían para dar forma a importantes proyectos de ley sobre petróleo y la universidad.
Separado en 1943 de su banca y poco más tarde de los cargos docentes, tuvo la necesaria grandeza para decir verdades y proponer soluciones que le valieron nuevas incomprensiones y el destierro “interior” aún dentro de su partido..
Su vida fue poco espectacular, de rasgos sobrios, casi sin anécdotas; pero intensa y tesonera como escasísimas en el movimiento reformista.
La contradicción entre el idealismo filosófico y político que acompañó la juventud de González y sus paralelas inquietudes por la cuestión social, lo acompañaron toda la vida. Se afilió al Partido Demócrata progresista en 1922 y por poco tiempo, ya que discrepando con las características de la agrupación que orientaba Lisandro de la Torre, renunció a la misma.

Intentó luego constituir un partido Nacional reformista en 1927, que nunca pudo concretarse en la práctica. El golpe del 6 de setiembre de 1930 fueron determinantes para definir su actuación en el Partido Socialista, al que lo empujaban ideales elaborados por él mismo, como dirigente de la Reforma Universitaria a la que siempre asignó un contenido socialista.
Como legislador cumplió una eficiente labor de investigación y responsabilidad parlamentaria. Merece el recuerdo la limpieza de su trayectoria y la honradez de sus acciones.
La muerte lo sorprendió tempranamente, de regreso de un viaje de Europa cuando se aprestaba a retomar sus tareas docentes el 7 de noviembre de 1955.