Gregorio Bermann: Ideario y acción de la juventud reformista de 1918

Por: Ana María Candelaresi. (U.N.C- U.N.V.M. Argentina) Rubén Adrián Jaime. (U.N.V.M. Argentina)
Presentado en: I CONGRESO INTERNACIONAL DE PENSAMIENTO LATINOAMERICANO: “LA CONSTRUCCIÓN DE AMERICA LATINA”.
Universidad de Nariño-CEILAT. Colombia. 19 al 24 de noviembre de 2001.

La Reforma de 1918 acaecida en la Universidad Nacional de Córdoba –Córdoba, República Argentina -, posee tantas aristas para ser tratada como observadores decidan acercarse a ella. Movimiento surgido en un tiempo de grandes expectativas sociales y políticas, tras el acceso al gobierno nacional de un partido, la Unión Cívica Radical, que parecía canalizar – a partir de una nueva democracia de base ampliada, más participativa y más representativa -, a sectores o grupos sociales de base inmigratoria con perspectivas y expectativas de ascenso económico y social, frente al modelo excluyente y restringido del régimen conservador instaurado hacia 1880 con Roca. En este contexto la Universidad Nacional de Córdoba, en especial sus estudiantes, pretendió y en muchos aspectos lo consiguió: ampliar y democratizar las bases tanto de su estudiantado como el del cuerpo de profesores.

Gregorio Bermann, joven de militancia socialista para esa época, fue uno de los artífices del cambio que democratizó la vida universitaria tanto en nuestro país como en muchos países de América Latina. Si bien su obra intelectual fue prolífica y su acción política incansable, nos proponemos destacar en esta investigación su pensamiento respecto del rol y función de los movimientos juveniles como promotores de cambios en una sociedad.

Para ello nos proponemos analizar su obra Juventud de América. Sentido histórico de los movimientos juveniles, publicada en México en 1946, donde “… se analiza el problema juvenil en sus varios aspectos… traza el Dr. Bermann una psicobiología de los movimientos juveniles..” que puede ser útil no sólo para quienes militan sino también para aquellos que por razón de magisterio o responsabilidad política y social están interesados en comprender, en todo tiempo y lugar, la función de las acciones y los idearios juveniles en la misión progresiva de ser transformadores del medio donde se desenvuelven.

UN ACTOR, UN LIBRETISTA:
“La suerte de mi país es mi suerte, su dolor es mi dolor, su vergüenza es mi vergüenza”.

Gregorio Bermann nació en Buenos Aires en 1894. Fue el octavo hijo de un matrimonio judío, de férrea actitud religiosa, que se radicó en la Argentina en la última década el siglo XIX, tras escapar de las levas del Zar, y que formó parte de la pequeña burguesía comercial porteña de la época.

Bermann se recibió de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires en 1918 e inmediatamente se inscribió como estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras. Durante sus estudios tuvo una amplia militancia tanto en el Centro de Estudiantes – como miembro fundador o con cargos directivos- como en distintas publicaciones culturales, científicas y sindicales.

Esta militancia signará de manera constante su vida profesional y académica posterior, ya que si bien en 1921 accedió por concurso a la Cátedra de Medicina Legal y Toxicología en la Universidad Nacional de Córdoba, su constante exposición pública en ámbitos académicos y políticos le costará en la década del 30 su exoneración de la Universidad.

Pero como hombre comprometido en sus prácticas y sus discursos aportó siempre al campo intelectual progresista argentino, su compromiso a lo largo de su vida no sólo al escribir sobre los más variados temas, sino al involucrarse concretamente en distintos momentos de la vida nacional e internacional: así, por ejemplo, en 1932 fue candidato a gobernador en Córdoba, por la alianza entre socialistas y demócratas progresistas (Deodoro Roca –otro joven reformista del 18- iba como candidato a Intendente), que perdió por el fraude de los demócratas conservadores; en 1936 fue voluntario de la República en la Guerra Civil Española donde pronunció una serie de conferencias y participó de la propaganda de las emisoras radiales a favor de la República; hacia la década del 40 formó parte del grupo de intelectuales progresistas más destacados en Córdoba, lo que lo llevó en 1941 a reunirse en esta ciudad con Rafael Alberti, Deodoro Roca, Isa Kremer, Alfredo Martínez Howard, María Teresa León; en 1943 fue encarcelado por el golpe militar – el segundo que se llevó a cabo en la Argentina -. Al ser liberado dejó transitoriamente el país para integrarse en 1945 como médico sanitarista de las Naciones Unidas y participar como miembro fundador de la Organización Mundial de la Salud.

En esta época fue cuando salió a la luz Juventud de América…, como resultado de los “aportes” que los acontecimientos internacionales – fascismo, nacional socialismo, franquismo, Segunda Guerra Mundial- y nacionales -golpe militar, surgimiento del peronismo- le hicieron a su mirada crítica respecto de la función de la juventud en tiempos de transformaciones.

Hasta 1972, año de su muerte, no dejó de participar a través de su obra periodística, literaria, académica o profesional en cuanto suceso nacional o internacional atrajera su atención y su compromiso.

EL ESCENARIO:
¨Bienvenidos, pues, a la Reforma!”.

En Córdoba, hacia   1918, más precisamente en su Universidad que a la fecha contaba con trescientos años de existencia, estalló un movimiento que se extendería por Iberoamérica. Esta, conservaba el régimen de gobierno de academias vitalicias impregnada de escolasticismo verbalista y dogmatismo programático fundamentalmente

En ella, era una élite la que confeccionaba los planes de estudio, designaba los profesores entre sus familiares, controlaba la formación de las nuevas generaciones para llevarlas y mantenerlas dentro de los “ regímenes feudales” para hacerlos participar de sus beneficios. Pero estas fuerzas habían comenzado a ser desplazadas de la conducción política del Estado, pertenecientes todas al orden conservador, y su estrategia de supervivencia fue resguardarse, especialmente en nuestra provincia, en la Universidad, su cuna académica y política. Aquí, se creó un nuevo tipo social: el Doctor, figura que sustituía al viejo caudillo, más intelectualizado pero siempre respondiendo a un patriciado, al mejor estilo de las viejas familias romanas.

Clara descripción de esta situación se plasmó en el primer manifiesto reformista que expresaba:

“Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y, lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes, que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil¨.
Dentro de este escenario la Reforma Universitaria fue constituyéndose en un proceso por demás dinámico dentro de la época en que se desarrolló. Todo esto fue posible porque el país en su conjunto estaba inmerso en un clima de cambios y transformaciones fruto de la presencia efectiva de los hijos de inmigrantes en la vida económica, social y política argentina. Y era evidente el rol que la educación venía jugando en este sentido, al generar una expansión de la cultura como parte constitutiva del proceso de movilidad social. Fue por esto que la Universidad …”constituyó un problema importante para esta sociedad en expansión y la Reforma Universitaria fue una expresión de esta transformación”.

Fue por todo esto que las fuerzas populares prestaron su apoyo apenas iniciado el movimiento a fines de marzo de 1918, como también lo hicieron la prensa escrita local y nacional y el propio gobierno al no reprimir a los jóvenes insurrectos a pesar de decretar la intervención en los claustros. Pero esta intervención sólo tenía el objetivo de apaciguar los ánimos y no necesariamente el adherirse a la nueva causa estudiantil que contaba con una significativa adhesión popular en distintos ámbitos de la sociedad.

LA REFORMA…EL LIBRETO:
“La servidumbre de la inteligencia y de la cátedra!. La lucha universitaria, mercado de ganancias y feria de vanidades”.

“Los muchachos del 18 creían tocar con las manos el cuerpo de las más caras aspiraciones de su América en el alba de la jornada. Una inspiración mesiánica animaba su verbo y sus gestos”, al decir de Gregorio Bermann.

Los muchachos del 18 vivían al calor de los tiempos modernos observaban el derrumbe de las viejas cosas en el mundo, se hablaba de derecho de los trabajadores y vivían ese cambio que sentían, que se gestaba también desde la universidad.

Pero fueron necesarios tres meses de lucha, de amplia campaña pública y agitación, que culminó con la sensacional toma histórica de la Universidad Nacional de Córdoba. El nuevo interventor fue el propio Ministro de Instrucción Pública, pero no inspiró la plena confianza de todos, especialmente por el recelo que generó en algunos que el gobierno nacional capitalizara para sí el movimiento, cosa que de hecho sucedió.

Así, entre 1918 y 1920 el movimiento se propagó, creció y se generalizó actuando estrechamente unido con todos los sectores progresistas, fundamentalmente al movimiento obrero, en donde comprobó que sus condiciones de vida y trabajo eran lamentable. Fue por eso que comenzaron a apoyar a los movimientos huelguistas, participaron en las organizaciones proletarias y en los comités de lucha contra la ley de residencia -dictada durante el orden conservador en 1902 y de aplicación constante durante el gobierno radical-. En consecuencia, los estudiantes, antes en el refugio y el aislamiento del claustro universitario, comenzaron a familiarizarse y a comprometerse con las doctrinas sociales de la época.

Este movimiento, además de reclamar la democratización de la universidad se vio ligado íntimamente con la necesidad de los sectores populares, apoyando sus reclamos y logrando como políticas de quienes conformaban los nuevos sectores populares argentinos.

La vinculación con los problemas sociales del país le fue dando trascendencia al movimiento hasta superarlo dentro del ámbito universitario y constituirlo en un movimiento social en la Argentina fundamentalmente y en el resto de los centros urbanos de Latinoamérica.

Así, un movimiento de características típicamente juvenil, fue un movimiento mucho más importante y trascendente de lo que llegaron a dimensionar tanto sus detractores como sus instigadores. Al decir de Bermann: “ La Reforma Universitaria no fue simplemente el grito inorgánico de rebeldía juvenil, sino la tentativa de estructurar a través de la Universidad un nuevo estado de cosas¨.

UN NUEVO ORDEN…UNA CULTURA DE TIPO JUVENIL!?:
”Abandonando la librea de los intelectuales, se hacen pueblo…”.

Esto se avizoraba hacia el 18 y unos de los mentores más incondicionales era Bermann, sin embargo el curso de los acontecimientos, la injerencia del poder, la cooptación de los ideales lo llevó a plantear su mirada crítica sobre la realidad en los años 30 al sostener que la misma “… no ha sido lograda y cuyos primeros sillares apenas se han colocado”. Él era partidario de que al menos la Reforma debía fijar los cimientos de las directivas culturales del nuevo tiempo, ya que difícilmente lograría estructurar una doctrina social propia.

Según Bermann, en su respuesta a la encuesta de La Fecha de 1936, si bien todos los movimientos de juventud fracasaron, especialmente en sus aspiraciones, el movimiento reformista estaba destinado a triunfar porque “… conjuga dialécticamente la verdadera doctrina social con la cambiante realidad en la férvida biopsicología de edad juvenil”.

En este sentido, al decir de Bermann, la edad juvenil había sido menospreciada, incomprendida, pero cuando llegaba la hora de sacrificio y heroísmo, “ !cuántos elogios se lleva!”. Por eso, para algunos, se hacía necesario entenderla en sí misma, desprendida de su contorno y de su época y allí radicaba el error.

Variados eran los problemas que tenia – y que tiene aun hoy en el siglo XXI- que enfrentar, como por ejemplo, el trabajo, el estudio, el amor, la familia, generalmente todos elementos nuevos, enormes, insolucionables e insuperables. Bermann rescataba algunos de ellos como importantes para entender dicha edad:

1.- El problema familiar. El joven es el que, aparentemente, menos produce pero es el que más exige, dentro del ámbito familiar, y esto es así fundamentalmente por su necesidad de crecimiento.

2.- Los del trabajo y la subsistencia. De un millón cien mil jóvenes de quince a diecinueve años que había en la República Argentina, en 1938, se calculaba que unos trescientos mil estudiaban o trabajan en el campo de la industria. El resto, doscientos mil, formaban una legión de jóvenes sin aliento y sin esperanza en el futuro.

3.- El problema del amor. No se presenta como una cuestión meramente sexual, sino que es mucho más que eso; comprende el problema de una compañera o compañero y el de la formación de un hogar y una familia.

4.- El problema cívico y político. Es el ejercicio de sus derechos cívicos y sus obligaciones. Lo coloca frente a los grandes problemas de la época y a los más limitados de su país y región.

Por estas razones, entre otras, Bermann sostenía que la juventud era el período más critico de la vida, ya que contiene las posibilidades del bien más grande y las del mayor mal. Todo como resultado de un encadenamiento de circunstancias.

Asimismo, podemos decir que de acuerdo con su visión, Bermann los tipificaba en: los jóvenes de los diálogos socráticos, los que sostienen que el amor es todo, los hay también apasionados por el poder y el éxito. Sus reacciones y conductas varían según la época y según las clases sociales a las que pertenecen.

Si algo le falta, a esa edad juvenil, era ser razonable y tener experiencia: por eso persiste la necesidad de adaptar el mundo a sí mismo. Es la época de los grandes desintereses llevados hasta el limite. Se inflaman fácilmente, pero si la distancia del sueño a la realidad es demasiado grande, pueden abandonarlos todo y caer tanto más bajo cuanto más alto se han elevado. Sin embargo, siempre que se agrupe tras un ideal de pureza, que exigirá de su parte los mayores sacrificios, nunca lo considerará demasiado y despreciará a aquel que le pide poco o no lo suficiente.

En la historia tenemos varios ejemplos del aporte trascendental de la juventud y, evidentemente, podemos citar como emblemático el que nos convoca: La reforma Universitaria del 18, movimiento también algunos países de Europa, especialmente en España e Italia, en Estados Unidos y en China juvenil por excelencia con gran impacto social y político en su época y en procesos históricos posteriores.

Por eso, para adquirir plena conciencia de su posición para concentrarse en clase combativa, al decir de Engels, la juventud debe empezar por deshacerse de todo lo que pudiera reconciliarla con el orden establecido y renunciar a los pocos placeres que todavía le hacen soportables su vida.

¡ Y la juventud americana!. Desgraciadamente, sostiene Bermann, la rica sustancia llena de promesas de nuestra juventud americana fue frecuentemente mutilada y frustrada por los intereses bastardos de las clases dirigentes. “¡Cuánto fresco entusiasmo arrojado al basural, cuantas vocaciones fracasadas!”.

Por lo expuesto, llegaba a sostener que, los jóvenes tienden sus brazos al porvenir del que espera una existencia más intensa y elevada. En ellos están localizada la savia de la vida donde se apuntan los primeros brotes. Por eso es que, el que la comprenda, la guíe y la sostenga en su difícil trayectoria, dentro de su honestidad personal e intelectual, tendrá su fervorosa adhesión..

Tras posicionarse en la argamasa, Bermann afirmaba, con total certeza, que los movimientos juveniles y especialmente el reformista del 18 constituían uno de los aspectos más destacados de la vida social de su época, en particular en la lucha por la libertad.

Sin embargo, a pesar de su peso y significado, a su entender nunca fueron realmente estudiados sino que, por el contrario, fueron “desfigurados y calumniados por la conspiración de oligarcas y burócratas”, lo que de alguna manera llevó irremediablemente a muchos de los que actuaron en ellos a apartarse o a ingresar en el coro de los detractores.

En este punto vio uno de los mayores “peligros” para la proyección del ideario reformista: la apropiación por parte de quienes no lo compartían pero igualmente hacían uso y abuso de ellos, en especial en momentos de crisis y de cambios.

Según Bermann, los movimientos juveniles como el reformista, se desprenden de los elementos que los condicionaban y, por lo tanto, fueron el resultado de ciertas situaciones dadas como ser:6

1.- Sobrevienen durante las conmociones políticas, en el curso de la revolución democrático burguesa, o en los movimientos de liberación nacional en los países dependientes o semicoloniales.

2.- Se plantean en el filo de dos épocas y al decir del autor, la juventud es una entidad desgraciada, “ …umbral profanado sobre el cual ponen el pie los que se van y los que los reemplazan…”.

3.- Culminan en dos períodos principales, enmarcados por un cambio de régimen. En primer lugar, intentan impedir la restauración feudal y en segundo, pretenden instaurar un régimen democrático más integral.

4.- Reflejan su condición de clase, ya que los estudiantes en su mayoría provienen de la pequeña o mediana burguesía –salvo en aquellas escuelas donde se forma una clase dirigente, representada por hijos de la oligarquía -. Esto conlleva a “… la falta de conciencia plena de su situación de clase, de su relación con el Estado y su pueblo, con otros sectores juveniles… Antes que hablar de otros sectores juveniles no estudiantiles, sus protagonistas se refieren en su acción al pueblo en general, o a la nación”.

5.- Participan, de alguna manera de las aspiraciones de la burguesía en ascenso y cuando sus aspiraciones son trabadas defienden naturalmente su causa.

6.- Responden a su condición de edad, la propia de la edad juvenil –entre los 17 y 28 años -, cuando comienzan a adquirir libertad e independencia conjuntamente con los derechos civiles y las obligaciones políticas y militares. Es la edad “heroica” en la que van afianzando su personalidad y su carácter y en donde los “dones se dan en primigenia pureza”. Esto no lleva necesariamente a decir que la juventud sea de por sí revolucionaria si no está combinada con imperativos económicos y de clase.

7.- Desarrollan su condición de trabajo, a partir del compromiso con intereses colectivos y a sus propias necesidades.

8.- Hacen honor a su naturaleza antifilistea, ya que “… Es un placer no hacer reservas a favor de posiciones futuras, de esperanzas cortesanas. El estudiante vive identificando la razón de su vida con la razón de sus ideas”, al decir de Germán Arciniegas.

9.- Expresan su condición de lugar, si sólo se les imparte una enseñanza sin contenido vital, en lugar de adquirir conocimientos sobre las cosas del mundo y los deberes del hombre y ante esta no respuesta a los intereses de la edad y la nación a veces se revelan.

10.- Representan un grado de organización, constituyendo una especie de frente de la juventud estudiantil que se relaciona con otras organizaciones sociales para el logro de objetivos comunes.

11.- Generan puentes con sus aliados naturales: profesionales, profesores, sectores de la mediana burguesía, partidos democráticos y especialmente con los sectores obreros.

12.- Afirman, en el orden político, una posición democrática generalmente no partidista.

13.- Luchan, en el orden cultural, contra el oscurantismo, la ignorancia y la incultura, a la vez que contra formas de corrupción ideológicas y propician la capacitación técnica, científica y espiritual de los jóvenes.

14.- Generan su condición subjetiva al sentirse poseedora de un sentido de misión, que apunta a una acción futura que asegure el triunfo de su causa, siempre con proyección hacia delante.

15.- Imponen como una condición excluyente el de no ser impuestos por adultos ni representar sus intereses.

16.- Sienten la necesidad del modelo heroico que de paternidad a sus sentimientos, en el caso de la Argentina se inspiraron en los próceres y en los proscriptos por la tiranía.

Bermann, a la luz de los acontecimientos transcurridos entre la Reforma y su escrito, fijaba las limitaciones a diferentes grupos o organizaciones de jóvenes que, a su entender, debían excluirse como movimientos juveniles por no cumplir los requisitos para ser denominados como tales. Nos interesa rescatar en este sentido las siguientes: a) las asociaciones de tipo religioso, por estar inspiradas y regidas por los sectores dirigentes de las iglesias respectivas; b) Las juventudes nazis, fascistas o nacionalistas, por estar creadas, manejadas y subvencionadas por las respectivas direcciones, articulando intereses que no les son propios con acciones supuestamente “juveniles” y c) las juventudes de los partidos políticos, ya que expresan los consignas e intereses partidistas.

Según Bermann, al momento que se constituyen como tales, bajo la dirección de sus mayores, dejan de ser movimientos juveniles propiamente dichos. Participan y contribuyen en los movimientos juveniles, aunque no lo sean en sí mismo.

A MODO DE CONCLUSION:

En virtud de lo expuesto y del proceso histórico que se fue desarrollando en nuestro país en particular y en América Latina en general, desde el hito reformista a la actualidad, poco quedó de esos principios y prácticas.

La dirigencia estudiantil se fue “profesionalizando”, las estructuras aparentemente democratizadas en las universidades fueron desvirtuando el contenido ideológico del ideario reformista, los partidos políticos generaron una apropiación desenfrenada dentro y en las manifestaciones juveniles, la concepción del Estado respecto de la educación como gasto en lugar de inversión como transformadora de la sociedad y la concepción academicista y eficientista, fueron descolocando las aspiraciones de los movimientos juveniles en la universidad actual. El reclamo por una política universitaria inclusiva del nuevo tejido social se presenta más como una utopía que como un objetivo posible de alcanzar.

Quizás, la apatía generalizada en la que se encuentra la sociedad en su conjunto genera la imposibilidad de dar cuenta de nuevos paradigmas juveniles.

Para mantener la vigencia del pensamiento de Bermann habría que desprenderse de la representación de intereses meramente partidarios y sectoriales de la política de turno.

Bajar a la sociedad no significa reproducir sus males y sus bondades, sino extraer de ella los elementos que se quieren mantener y plantear una acción combinada respecto de lo que se quiere transformar.

Es por eso que retomar esos idearios implicaría una fuerte revalorización de aquellos paradigmas, puestos de manifiesto en ideas y acciones, como mecanismo de superación de la situación actual.

Esto será posible, sólo si los movimientos juveniles actuales retoman su honestidad intelectual y su independencia de criterio como metodología de acción y transformación. Esto hará posible que así, como en 1918 se revisó la herencia del siglo XIX, hoy se revise la del siglo XX y se proyecte una posibilidad de interacción real entre los distintos sectores de nuestra sociedad. Aggiornar los principios reformistas es el desafío de nuestra juventud universitaria, canalizarlos y expandirlos es obligación de todos los que conformamos la comunidad educativa.

 

BIBLIOGRAFIA GENERAL

BERMANN Gregorio. Juventud de América. Sentido Histórico de los movimientos juveniles. Ediciones Cuadernos Americanos. 11. México 1946.

MARCO del PONT Luis. La Reforma universitaria de 1918. Dirección de Publicaciones. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba 1986.

ROMERO Luis Alberto. Breve historia contemporánea de la Argentina. 1916/1999. Segunda edición revisada y actualizada. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires 2001.

Di TELLA Torcuato. Sociología de los procesos políticos. Una perspectiva latinoamericana. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires 1985.

MEMORIA. “La Reforma Universitaria de 1918”. En: Estudios. Número 1. Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba. C