Alfredo Lorenzo Palacios nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1880. Fue el primer diputado de extracción socialista que hubo en el Parlamento argentino y en toda América y uno de los hombres públicos más destacados durante el segundo cuarto del siglo XX. Además, fue un gran jurisconsulto, presidente de la Universidad Nacional de La Plata y un serio impulsor del Reformismo Universitario. Estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires y, una vez recibido, fue docente de diversas materias relacionadas con el derecho laboral y general.
Palacios, junto a José Ingenieros, entre otros, adhirió desde muy joven al Partido Socialista que había creado Juan B. Justo en los últimos años del siglo XIX.
En 1904, fue elegido diputado por la Capital Federal y se convirtió en el primer legislador de extracción socialista del país. Luego, fue reelegido por varios periodos, e incluso, llegó a ser Senador Nacional. Orador encendido, Palacios se destacó por sus discursos combativos y por la vehemencia con las que expresaba sus convicciones. Fue, según algunos de sus biógrafos, “el más nacionalista de los socialistas», e impulsó, desde su cargo de legislador, distintas leyes acerca del derecho laboral, el cuidado de la niñez y los derechos de la mujer. Además, intentó siempre que la actividad política estuviera regida por la honestidad y la ética.
A la par, desarrolló su carrera como jurisconsulto, y como gestor de la educación. En 1925, Palacios fue elegido decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata. En 1930, fue designado decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. En ambos cargos, se preocupó por establecer vínculos con otras facultades de Latinoamérica, en especial, para impulsar una reforma de los planes de estudio y de los métodos pedagógicos. En este sentido, no sólo había apoyado con pasión la Reforma Universitaria de 1918, sino que también había tratado de extenderla a toda Sud América. Solía decir a sus alumnos que: «La abogacía no es aprendizaje de trampas; a los jóvenes debe hacérseles amar a la justicia, sostén de los débiles, estímulo de los fuertes, base de la moral y fundamento de la patria»
En 1941, y a propuesta de los estudiantes, Palacios fue elegido Presidente de la Universidad de La Plata. Renunció tres años después, en ocasión de un golpe de estado. Palacios denunció el golpe, en discursos y artículos periodísticos que trascendieron los límites del país, y fueron seguidos con atención incluso en Europa. Desde allí, le llegaron numerosas adhesiones de grandes personalidades, por ejemplo, la de Albert Einstein.
Desde entonces, Palacios se opuso decididamente al peronismo, lo cual le valió persecuciones, el exilio y la cárcel. En 1955, cuando la Revolución Libertadora derrocó al gobierno de Perón, fue nombrado embajador en el Uruguay, y, dos años después, integró la Convención Constituyente, que debía reformar la Constitución Nacional.
Esta trayectoria académica y política le valió el más generalizado reconocimiento de la comunidad universitaria sudamericana: fue profesor honorario de la Universidad de San Marcos de Lima, doctor honoris causa de la universidades de Río de Janeiro, Lima, Arequipa, Cuzco, La Paz, México y Buenos Aires, e invitado de honor en otras tantas universidades de la región.
Produjo numerosas obras escritas, como: «Por las mujeres y los niños que trabajan” ,“La justicia en el ejército”, “La fatiga y sus proyecciones sociales”, “La universidad nueva”, “Universidad y democracia”, “Derecho de asilo”, “Enseñanza secundaria”, “El socialismo argentino y las reformas penales”, “En defensa de las instituciones libres”, “El delito de opinión y la tradición argentina”, “La misión de la Universidad”, “Esteban Echeverría, albacea del pensamiento de Mayo”, “Estadistas y poetas”, “La justicia social”, “Petróleo, monografías y latifundios”, entre muchas otras. Falleció en Buenos Aires en 1965.