22 de abril de 1918
El Consejo Superior aprobó el nuevo estatuto, que se destacó por modificar el centro de gravedad de la autoridad universitaria. El estatuto anterior colocaba al rector por encima y al margen del cuerpo docente, alejándolo de la influencia de la opinión del profesorado. En cambio, la reforma estableció un gobierno universitario centrado en el profesorado, convocando a titulares y suplentes para la elección de las autoridades.